Desde la Ontología del Lenguaje vemos que existen dos modalidades de hablar en una conversación: la “proposición” y la “indagación”.
En la danza de una conversación resultó muy enriquecedor el empezar a observarme desde esta nueva distinción y así aprender cuál era aquella en la cual me sentía más cómoda y cuál estaba más ausente. Y empecé a evaluar cuál era la mejor según el contexto que tenía, mi interlocutor y el objetivo de la conversación. Esto permitió que mis conversaciones fuesen más efectivas y se alinearan a los resultados que quería obtener.
¿Qué significa “Proponer”? Al proponer, hablamos de nuestras propias inquietudes, nos damos a conocer, mostramos la forma en que observamos e interpretamos lo que acontece y ofrecemos nosotros, acciones que se adecuan al mundo de posibilidades que vemos.
¿Qué significa “Indagar”? En este caso hablamos para que sea el otro quien revele sus inquietudes y se de a conocer, preguntamos para conocer cómo el otro interpreta la realidad que acontece y cuáles son las acciones que ve como posibilidades.
Así al danzar entre una y otra modalidad, vamos construyendo una conversación en la cual se crea una nueva posibilidad que quizás no estaba considerando. Al indagar, escucho la proposición del otro y esto me permite conocer, desde qué emoción está actuando, de qué se está haciendo cargo y para qué lo hace.
Solo puedo realizar una indagación efectiva cuando valido a quien me escucha como un otro diferente a mí, con probables diferencias en el modo de interpretar el mundo.
Estas diferencias de interpretación son solo eso, diferencias y constituyen un puente a construir nuevas posibilidades más allá de mi mirada sobre lo que acontece.
Habilita caminos que quizás estaban ciegos para mí.
Y lo mismo ocurre cuando propongo. Dado que busco entender desde qué emoción me expreso, de qué me estoy haciendo cargo al hablar y para qué lo digo. Cómo dice el dicho, “cuando Pedro habla de Juan, habla más de Pedro que de Juan”. Al proponer, estoy dispuesta a revelar mis valores, mis creencias, mi postura.
Solo danzando entre la proposición y la indagación, logramos construir un horizonte compartido de inquietudes o descubrimos que no tenemos inquietudes a compartir.
Elegimos con quien queremos danzar y con quien no. Nos transformamos en protagonistas de nuestro acontecer y caminamos hacia el futuro que queremos lograr.
Estela Pirra.
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